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Zowy Voeten

Photographer
    
Loneliness and Intimacy of a Truck Driver
Location: ibiza
Nationality: Belgium
Biography: Coming soon...
Public Story
Loneliness and Intimacy of a Truck Driver
Copyright Zowy Voeten 2024
Date of Work May 2021 - Jul 2021
Updated Jul 2021
Location spain
Topics Capitalism, Documentary, Emotion, Family, Industrial, Lifestyle, Photography, Photojournalism, Travel, Workers Rights
La soledad e intimidad de un camionero.

Solo ocho días al mes pueden estar en casa

Capt. 1. La vida en pausa
Son las 20h, llego a un polígono industrial ubicado a las afueras de Hostalric, un pequeño municipio de la provincia de Girona. Me encuentro con Esteban Adan, camionero principalmente de rutas nacionales. Lo noto enfadado, no tarda en comentarme que se ha visto obligado a estacionar en el polígono debido a que no había sitio en ningún área de servicio y además la noche anterior le pusieron una multa de tráfico de un importe de 90€, debido a que pernoctó en un carril de aceleración en la salida de una gasolinera.  A pesar de no tener más tiempo en el tacógrafo, ya que cada 4 horas y media deben de descansar 45 minutos, y cada 9 horas, deben parar otras nueve horas más, le obligaban a abandonar el lugar.
Pasan las horas y Esteban se resiste a subir al camión, se sincera conmigo y reconoce que ha engordado unos 15 kg  desde que comenzó a trabajar de camionero. Se lamenta al no aprovechar las horas de descanso en dar una vuelta y así evitar acomodarse en el camión. Son las 22:50h y con la única luz de las farolas del polígono, decide subirse a la cabina y prepararse para descansar. El teléfono resulta ser su única distracción, así pues con YouTube, Netflix, Instagram pasa sus últimos minutos antes de dormirse definitivamente hasta las 8h de la mañana siguiente.  

A la mañana siguiente Esteban y sin confirmación sobre cuál será su próximo destino, se dispone a desayunar. Tiene 30 años, en este sector lo consideran de los jóvenes, ya que el 72% de los trabajadores del gremio son personas mayores de 50. Cuando nos cruzamos con otros camioneros más mayores, con sus caras bajas y arrugadas, consumidos por la carretera y aparentando más de lo que tienen, es a lo que exactamente Esteban teme, acabar desquiciado por un oficio que empezó de manera apasionada, pero que cada año le pesa más.  
Se termina el café y el último cigarro antes de subirse al camión de camino esta vez a Vic. Apenas una hora de viaje para cargar unas 40 toneladas de cobre. Sobre las 11h, notifica su llegada en recepción y tan solo le queda esperar a que le avisen cuando su carga se encuentre disponible. El tiempo sigue pasando y con ello, llega la hora de comer. Se dispone a preparar en una toalla lo que será su bocadillo, de esta manera procura no manchar el camión de restos de comida. A pesar de los prejuicios de esta profesión Esteban es un chico limpio y pulido. 

Las horas pasan y Esteban empieza a impacientarse ya que comienza a ser consciente de que no llegará hasta el sábado a casa. Desesperado, vuelve a preguntar a un operario cuándo podrá cargar pero no recibe ninguna respuesta clara. La espera es lo que más le agota.  
Se sienten infinitas las cuatro horas y media que lleva esperando. Desmoralizado por la incertidumbre y a sabiendas que en una hora y media la empresa cierra y esto significa que tendrá que hacer una noche más, comenta la situación con otro camionero, un señor de unos 50 pero que aparentaba al menos diez más. ¨ Cómo esto siga así tendremos que hacer noche aquí ¨ — comentan entre ellos —. Por suerte para nosotros y en el último momento, le confirman que puede empezar a cargar y marchar hacia Ourense, nos espera 24h de ruta. No tendrán la misma suerte sus compañeros que se tendrán que quedar finalmente a dormir en ese parking, donde únicamente hay una cabina prefabricada con una máquina de refrescos y cafés.

Al salir de aquel polígono con dirección Zaragoza, comento la magnitud de seguridad que había en aquellas instalaciones, dotadas de muros altísimos, en los que encontramos además de vallas de espinas de metal y cámaras que rodean las instalaciones. Esteban me explica que la fábrica al ser de cobre necesita mucha seguridad, y el momento en el que son más vulnerables es cuando transportan entre dos puntos.
  • En el mundo del transporte una de las peores cosas que puedes llevar es cobre, y más ahora con la crisis. 
  • ¿A ti te han robado alguna vez? — pregunto con curiosidad. 
  • A mi por suerte no, los más veteranos de mi empresa me han contado cómo lo hacen para poder robarlo, como ponerte gas mientras duermes en el camión para así poder vaciar el remolque, o incluso, desgraciadamente han llegado a matar al conductor, como hace unas semanas en Francia, que lo mataron delante de su compañera de ruta, que era su mujer. — comenta con indignación y rabia —. 

Se hacen las 19:30h de la tarde, y estamos cruzando España de este a oeste. En la carretera vemos el desierto árido típico de Zaragoza que si uno no conoce la zona, podría confundirla con los desiertos típicos del lejano oeste de las películas, si no fuera por el toro de Osborne que aparece cada cierto tiempo para recordarnos que seguimos en España. 

A las 21:15h paramos obligatoriamente y aprovechamos para cenar. El restaurante de esta noche será la Estación de Servicio Área Gallur 232. Dispone de mesas separadas entre sí, como medida del Covid-19, solo un asiento y un juego de cubiertos por mesa. Lo único que lo rompía el silencio atroz era la televisión que había en medio del salón donde se podían escuchar las noticias deportivas, esta escena transmitía una soledad terrible. El ocaso ya se está yendo y así, con la luz de los neones y las farolas de la estación de servicio se abrocha el cinturón y después de poner en marcha el tacógrafo, se dispone a realizar otro trayecto de dos horas más. La carretera está totalmente oscura, la noche ha llegado y hay que ir con más cuidado, por eso, Esteban siempre que puede intenta no conducir durante estas horas, ya que es más peligroso por la poca visibilidad y lo monótono que resulta. Pasamos cerca de majestuosas bodegas que se ven desde la autopista, esto confirma que estamos cruzando la tierra del vino, la Rioja.
Se hacen las 00:00h, paramos a dormir en el parking de las afueras del pueblo de Hormilla, justo al lado de una bodega de vinos. En él habían tres grupos de tres camiones diferentes, se colocan juntos para así poder defenderse de algún posible intento de robo por la madrugada de la carga o incluso de la gasolina. Éstas prácticas son muy comunes a las afueras de los pueblos, donde desenganchan los tapones del depósito o los agujerean extrayendo con mangueras mientras soplan todos los litros de gasolina posibles.

Está amaneciendo y aunque Esteban sigue durmiendo, el camión de al lado ya partió. Con la poca claridad a estas horas de la mañana, puedo ver cómo estamos rodeados de campos de hierba, este lugar tan tranquilo y solitario tiene parte de belleza. Esteban se levanta diez minutos antes de las 07h, limpia el camión de los restos de latas de Coca-Cola que se tomó la noche anterior y coge su neceser para asearse en las duchas de la gasolinera Valcarce, las cuales debes de pagar 3 euros para poder utilizarlas, aunque a él personalmente no le importa pagar algo mientras estén en condiciones. Vestido de pitillos, camiseta ajustada gris y su gorra, revisa la carga del camión para cerciorarse que todo va bien antes de ir a desayunar. Esteban no se desprende el teléfono en ningún momento, la adicción a este resulta evidente, a raíz de todo el tiempo que está solo, ha conseguido un compañero fiel de viaje que le ayuda a entretenerse y evadirse del trabajo.
A las 9h en punto salimos, sin regalar ni un minuto al tacógrafo. A la hora y media de salir paramos para repostar, el camión está casi vacío pero además Esteban está obligado a repostar en aquellas gasolineras con la que su empresa de trabajo tiene convenio.  En este camión caben 1084 litros de gasolina, aunque en esta ocasión solo necesita 790,42 L lo que equivale a 1018,85€. Para suerte de Esteban, esto va a cuenta de la empresa, así que no se preocupa mucho y después de 15 minutos volvemos a marchar. Según IRU (Organización Internacional del Transporte por Carretera) España tiene unos de los precios medios de gasóleo más baratos de los principales países de Europa rondando en 1.190 €/L mientras que en Francia la media se encuentra en 1.399 €/L. Por ello, muchos de los camioneros llenan sus depósitos en España. El precio más bajo lo encontramos en la provincia de Almería, mientras que el más caro está en las Baleares.

Son la 13h y paramos a descansar unos minutos en el restaurante de carretera El Valle, al norte de Zamora en la A-52. Desde la cabina del camión observo a otros camioneros, un rumano de unos 40 años, con tan solo un vaquero tomando el sol en un pequeño taburete justo en el frontal de su camión rojo. Las condiciones de este camionero son diferentes a la de Esteban, debido a que los camioneros internacionales deben disfrutar de un periodo de descanso ininterrumpido de 45 horas a la semana, que se pueden reducir a 24 horas cada dos semanas. Esto significa que este señor deberá pasar el fin de semana en medio de la autovía en una estación de servicio.

Capt. 2 Amigos

Por la tarde del sábado llegamos a Ourense, a la fábrica donde debe descargar, este proceso se alarga y estamos una hora más esperando a que vacíen el camión. Directamente después vamos a la sede de Gonzalez Yebra S.L. donde Esteban dejará su camión durante el fin de semana. Esta empresa tiene una antigüedad de 26 años y suma una flota de 47 camioneros, el más joven es el hijo del dueño con 21 años. Al llegar, recoge a toda prisa sus cosas del camión y las guarda en su Seat Cupra negro, de suspensión muy baja y con un equipo de música en el maletero de un pasado más fiestero. El polvo de las ventanas no nos deja ver, debido a que ha estado durante toda la semana en aquel parking de tierra lleno de camiones, por lo que decide llevarlo a la parte trasera para poder limpiarlo.
Son las 18:30h al fin comienza el fin de semana para Esteban. Atravesamos Ourense para dirigirnos al bar donde ha quedado con unos amigos a tomar unas cervezas. Estos tienen entre 23 y 30 años, la conversaciones que tienen son sobre chicas, experiencias cuando salían de fiesta recordando tiempos pasados, o sobre el famoso alcalde de Ourense, entre otros temas típicos de la edad. Se nos hace de noche, y lejos de quedarse tranquilo en casa, ha quedado con otros amigos para cenar en su casa, Esteban vive a las afueras de Ourense cerca de un polígono industrial. En total son dos amigos con sus respectivas parejas, han pedido para cenar en el restaurante de la gasolinera del polígono y mientras esperan a Oriana, intentan arreglar la moto de montaña de Esteban ya que éste es su pasatiempo favorito. Y de esta manera se resume el fin de semana de Esteban, comida y cena con sus amigos y su pareja. No pierde ni un minuto en descansar, el día y medio que está en Ourense lo aprovecha de todas las maneras posibles. Desde pasar tiempo con la moto haciendo rutas por las montañas de la zona a sacar el máximo partido de estar con su pareja, aunque ésta no lleva del todo bien el hecho de que toda la semana lo pase fuera de casa, aún así intentan sacar tiempo para estar juntos. Lleva un ritmo muy frenético que es totalmente contrario y diferente al resto de la semana, ya que pasa una vida sedentaria y los días solo en el camión. — Aquel que está quemado de este oficio no vuelve a casa y se va de fiesta, sino que descansa y se relaja. Pero para mí la vida pasa, ¿sabes?La vida pasa y si no lo aprovechas ahora estás jodido. — me confiesa apenado el lunes al volver a trabajar.


Capt. 3 Familia

El fin de semana que pasé con Esteban se diferencia totalmente de los días que pasé con Raul Cabañero, camionero autónomo de 42 años y  padre de dos hijas, la mayor de 11 años y la pequeña de 8. Raul también trabaja durante toda la semana en la carretera y normalmente llega a casa los fines de semana. En este caso Raul llegó a las 21:30h a la entrada de su pueblo, vive en El Peral, al sur de Cuenca, con tan solo unos 600 habitantes. — En este pueblo siempre ha ganado el PP, soy la oveja negra, me señalan por la calle, aunque me da igual —. Me confiesa riéndose mientras atravesamos la plaza del ayuntamiento, la Plaza del Caudillo que comunica con otra calle de nombre Carrero Blanco. Raul es un rojo orgulloso, con la bandera tricolor colgada entre los dos asientos del camión y vestimenta de la marca republicana 198.
Al aparcar enfrente de casa, su hija menor Marta sale corriendo para abrazar a su padre dentro de la cabina. Ésta le enseña entusiasmada una manualidad que ha hecho en su último día de colegio. Al bajarse del camión saluda a su mujer Emilia con un beso y a su hija mayor Paula con otro abrazo en la puerta ya de su casa. Emilia ya tiene preparada la mesa para cenar, solamente faltaban las pizzas que trae Raul del pueblo de al lado. La cena transcurre mientras se ponen al día de lo ocurrido durante toda la semana mientras él no ha estado en casa, explica alguna que otra anécdota al volante. Las niñas hablan sobre sus últimos días de clase y Emilia cuenta algún que otro cotilleo familiar.  
Después de cenar Raul vuelve al camión para limpiarlo y recoger las cosas que aprovechará para poner a lavar. Se dirige a la guardilla de su casa, donde tiene instalada su sala de ocio. Tiene un rincón con todo su equipo de sonido de mezcla, ya que además de su camión, su gran pasión es ser DJ. Se prepara su ginebra Larios con Fanta limón y empieza a pinchar durante un par de horas. Esta es la manera que ha encontrado de evadirse de todas las horas al volante. Por el contrario, Esteban encontró su momento de tranquilidad en el mundo del motor, para ambos, este espacio de paz  resulta vital. La luz de una pequeña lámpara que ilumina tan solo una parte de la guardilla, deja entrever algunas de las pancartas de quedadas de camiones en Asturias, figuritas de camiones, y todos sus manuales de conducir en una pequeña estantería. Raul es camionero de toda la vida, y antes de él lo fue también su padre, el cual se jubila el año que viene, éste animó a que el hermano de Raul, Pablo,  diez años menor que él, comenzase hace apenas un mes en este oficio. “Resulta complicado comenzar en este oficio siendo autónomo. Un camión puede costar en torno a unos 120.000€, es una inversión muy grande. Además tienes que sacarte el carnet de conducir C, más el C+E que te permite transportar remolque, y esto puede llegar a casi 4.000€ más, y por si no fuera suficiente, las facturas son a tres meses, lo que significa que mínimo el primer trimestre son todo gastos” —me aclara—.
Por la mañana Raul y su familia desayunan los restos de pizza de la noche anterior, mientras Marta le muestra un libro de postres que le gustaría hacer con él, ya que le encanta cocinar y su hija pequeña es su ayudante oficial de la casa. Al mediodía Raul sale de casa de la mano de Marta, la pequeña tiene muy buena relación con su padre. Paula, la mayor está comenzando con la vertiginosa edad de la adolescencia y prefiere pasar un poco más de tiempo en el ordenador.
Mientras paseamos por el pueblo en dirección a la carnicería, percato que Raul no es el único que vive del camión en este pueblo, puedo contar al menos seis camiones más aparcados en las calles.  Las calles están agrietadas y gastadas por el paso de los años. En casa ya, Raul prepara una barbacoa con ayuda de su hija Marta que no se separa de él en ningún momento. A pesar del poco tiempo que está en casa, Raul intenta mantener una relación lo más normal posible con sus hijas, e intenta hablar con ellas por teléfono todos los días. Lo que queda de día lo pasan tranquilos descansando y a la mañana siguiente aprovecharán para salir de ruta. Se preparan para salir en dirección al famoso castillo de Belmonte, donde se han rodado numerosas películas de Hollywood. Este castillo está ambientado en la edad media, y dentro encontramos a actores que realizan papeles interactivos con los visitantes. La ruta se convierte en un momento muy íntimo, en la representación del típico domingo en familia. Se ríen, bromean, juegan y se divierten los cuatro a lo largo de todo el día. Mientras vuelven a casa deciden pasar por el pueblo de Alarcón, su término se encuentra regado por el río Júcar que forma el embalse conocido como pantano de Alarcón. Raul abraza a sus dos hijas mientras pasean por las calles y el cielo está atardeciendo, ya con cansancio físico notable se dirigen al coche para ir a cenar a casa de sus padres. En la travesía los cuatro bailan y cantan a viva voz canciones de una playlist de Raul. La cena es una improvisación ya que no avisaron de su llegada hasta unas horas antes. Uno de los temas de conversación durante la cena es la comparación de cómo era conducir antes el camión en relación a ahora. Tengo delante de mí a tres generaciones de camioneros.

Capt. 4 Lunes

Son las 6:30h Raul se levanta para partir de nuevo a las 7h ya que a las 09h tiene que estar en Valencia descargando la carga que tiene. La noche anterior ya se despidió de sus hijas, ahora solo le queda abrazar a su mujer e irse. Emilia ya está más que acostumbrada a este estilo de vida, piensa en las ventajas y desventajas de mantener una relación así, gracias a este modo dejan atrás discusiones irrelevantes disfrutando del poco tiempo que tienen juntos.
¨Que malos son los lunes¨. —Comenta cansado y bostezando tan solo unos 20 metros después de haber salido —. Mientras tanto suena en la radio de fondo las noticias de la mañana. Solo espera que tenga una semana tranquila y que los encargos sean como le prometen de antemano y no tener ninguna sorpresa. ¨ Este oficio es el único que conozco que si quieres puedes estar cabreado todos los días de una forma u otra¨ . — confiesa un tanto apenado—.




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