–Hola –dice Jenny sonriendo.
–Hola, ¿estás trabajando? –pregunto.
–¿Y para qué soy buena?
–Para hablar y hacerte unas fotos…
–¿Y eso para qué?
–Porque quiero conocer tu historia. Soy venezolano y no entiendo bien esto. Veo que son muchas las que están aquí…
Ella no estaba convencida. Dijo que hace poco unos extranjeros hicieron un reportaje para Europa y que las cosas estaban tensas. A la conversación se unió una mujer en sus cuarentas, obesa, fuera de mi concepto estereotipado de lo que se puede esperar de una puta. No sé si fue ella quien terminó de convencer a Jenny, o si no quiso perder la oportunidad de ganarse unos pesos sin tener a un tipo literalmente encima.
Después de cinco minutos de “negociación”, acordamos una conversa por 20.000 pesos. Ella quería llevarme a “su hotel”, pero yo preferí quedarme cerca de la plaza, a estas alturas, mi zona de confort. Cruzamos hacia el Hotel Botero, justo frente a la iglesia. Pedí una habitación.
–¿Ocasional? – preguntó la encargada
–¿Ocasional? –repliqué– Lo que quiero es conversar con ella un rato.
–Bueno, un “rato ocasional”. Son 14.000 pesos
Entramos en una habitación mínima, con espacio suficiente para una cama y algo de aire a cada lado. Una sábana vieja, pero limpia en apariencia; una toalla percudida y tiesa, un pequeño ventilador que trataba, en vano, de mover el pesado aire. Fin de la descripción. Del baño no quise saber mucho.
Jenny tiene 23 años y se dedica a la prostitución desde los 16. Viene prácticamente todos los días a La Veracruz desde la última estación del Metro Cable del Barrio Santo Domingo, donde está la famosa biblioteca España. Dice que si bien es cierto que la falta de oportunidades le impidió conseguir una mejor forma de vida, reconoce que no tuvo la preparación académica necesaria. Llegó hasta 8vo año de educación básica porque "no me aplicaba", comentó.
Hasta hace seis meses tuvo un "marido" con el que vivió 5 años y es el padre de sus dos hijas, de 4 y 3 años.
–¿Él sabe que trabajas en esto?
–No, nunca supo –responde con indiferencia.
–¿Cómo hiciste para ocultárselo tanto tiempo?
–Pues cuando él salía en la mañana, yo esperaba un rato y me iba detrás. En la noche, él llegaba como a las 8 del trabajo y yo me guardaba como a las 7.
–¿Durante 5 años? –pregunto incrédulo.
–…
No sabe cuánto dinero hace en un mes porque vive al día. A veces es mucho, a veces es nada, dice. Su mejor estimado, insisto. Unos 500.000 mil pesos al mes. Tiene tres o cuatro clientes fijos que llaman de vez en cuando y ese día es de dedicación exclusiva. Entonces puede hacer hasta 300.000 mil pesos. "Son unos viejos. Entre 35 y 40 años", comenta.
–¿Disfrutas del sexo?
–Nunca he disfrutado el sexo con un cliente –esta vez responde con más indiferencia.
–¿Ni siquiera con tus clientes fijos?
–Es un trabajo y ya… ¿Y tú por qué preguntas tanto?
–Porque soy curioso.
–El que todo lo quiere saber, todo lo quiere contar...