Public Story
El Mirador del Gallo
“Sin los relatos, los nuevos barrios quedan desiertos.
Por las historias los lugares se tornan habitables.
Habitar es narrativizar.
Fomentar o restaurar esta narratividad es, por tanto, una forma de rehabilitación.
Hay que despertar a las historias que duermen en las calles y que yacen a veces en un simple nombre,
replegadas en ese dedal como las sedas del hada.
Son las llaves de la ciudad: dan acceso a lo que ésta es, una visión mítica, una mitología.”
Michel de Certeau (La invención de lo cotidiano)
El crecimiento explosivo de Santiago a mediados del siglo XX, se dio principalmente por el fenómeno de la migración desde zonas rurales del país. En las siguientes décadas, las transformaciones en la ciudad se intensificaron progresivamente debido al proceso de globalización, que fue interviniendo en los ámbitos económicos, sociales y culturales de la capital.
Dentro de este panorama de constantes cambios urbanos, han persistido en su conformación original sectores como San Eugenio, un barrio que comenzó a tomar forma a principios del siglo XX con la construcción de la Maestranza de Ferrocarriles. Esta iniciativa del estado propició la ocupación de los terrenos aledaños, que conformaban la antigua chacra "El Mirador del Gallo", en el límite sur poniente de la ciudad. La posterior instalación de otras fábricas en el sector, principalmente textiles, y a su vez la formación de poblaciones para los trabajadores y sus familias, hicieron de este, el barrio obrero y ferroviario de Santiago.
Este carácter histórico en el que se conjugan diversas dimensiones, desde lo patrimonial a lo político, ha sido la motivación de la fotógrafa Rayen Luna Solar por recrear una memoria colectiva del barrio en el que se radicó junto a su familia desde hace algunos años.
A través de la fotografía, y haciendo uso de su condición de documento, Luna Solar propone una narración visual por medio de la cual reconstruye el imaginario del barrio como un entramado de valores e identidades, y lo sublima a modo de homenaje. Este gesto nos señala el vínculo que ella establece con su entorno: su condición de foránea se devela en esta búsqueda del sentido de pertenencia, y sus fotografías funcionan como soportes materiales para la apropiación simbólica del espacio que habita.
Su mirada sobre este barrio histórico refuerza un discurso de resistencia local. Ante las amenazas representadas por la gentrificación y la depredación inmobiliaria, -que implicarían necesariamente una desarticulación de las identidades respecto del territorio-, Luna Solar nos recuerda que San Eugenio mantiene un carácter identitario ligado a una práctica cultural significativa, que se arraiga a su propia memoria política. Sus habitantes se resisten al desplazamiento y a la renovación urbana, y exigen su derecho a la ciudad, sin violencia. Una resistencia que queda plasmada en esta publicación, y que resulta en la actualidad, tan poética como subversiva.
Andrea Aguad
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